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Día Mundial del Agua
Historias que hacen soñar con un futuro sustentable

El 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, una fecha para reflexionar sobre su importancia y acceso en todo el mundo, y crear conciencia para inspirar acciones para abordar la crisis mundial: 2000 millones de personas viven todavía sin acceso a agua potable.

El agua es un recurso vital para la vida y la supervivencia de todos los seres vivos y es esencial para la producción de alimentos, la generación de energía, el transporte, etc. Sin embargo, el acceso al agua potable es un desafío para muchas personas en todo el mundo, y el cambio climático y la contaminación están amenazando la calidad y cantidad de este recurso.

Por ello, queremos compartir historias que nos recuerden que, a pesar de los desafíos que enfrentamos, hay esperanza. Desde proyectos innovadores hasta esfuerzos comunitarios, hay personas trabajando para preservar y proteger el agua en todo el mundo mediante soluciones que están ayudando a construir un futuro más sostenible para todos y todas.

 

El invento chileno que transforma el aire en agua

Freshwater es un dispositivo que transforma el aire en agua y fue uno de los cuatro ganadores del Social Innovation Award, un premio entregado por Bayer y Get in The Ring a proyectos que buscan cambiar el curso de la crisis del agua y crear un impacto social duradero en América Latina, África, Medio Oriente y Asia Pacífico.

Surgió en la cabeza del ingeniero forestal chileno Héctor Pino y es básicamente un acelerador del proceso natural de formación del agua, que capta las microgotas de la humedad ambiente, generando agua potable, en lugares que no cuentan con ella a total disposición, como el norte de Chile.

El objetivo es impactar en 2030 a más de un millón de hogares y llegar a otros países de América Latina, que cuenta que 34 millones de personas que no tienen acceso a agua de calidad, lo que además aumenta de manera considerable la posibilidad de contraer enfermedades.

Según los cálculos del emprendimiento, al crear agua a partir del aire, los hogares podrían ahorrar cerca de 82% en costos mensuales; y además, una fuente de agua constante en uno de sus proyectos mostró un aumento del 28% de asistencia escolar de los niños. Esto debido a que las enfermedades transmitidas por el agua disminuyen considerablemente.

 

Uso de aguas grises

También hay otras historias aún no escritas, pero que podrían impactar positivamente en el futuro cercano. En ese sentido y con el objetivo de avanzar en soluciones que ayuden a enfrentar la crisis hídrica que afecta el país, el viernes pasado el Ministerio del Medio Ambiente presentó al Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático (CMSyCC) una propuesta de proyecto de ley que permita reutilizar las aguas grises para el regadío de algunos cultivos agrícolas. La iniciativa fue aprobada unánimemente por los integrantes de este órgano, con lo que se habilita la presentación del proyecto al Congreso próximamente.

El proyecto buscará modificar la ley N°21.075 para permitir el uso de aguas grises – provenientes de las tinas, duchas, lavamanos, lavaplatos, máquinas lavavajillas y lavadoras de ropa- en riegos de cultivos agrícolas, salvo los de frutas y verduras que crecen a ras de suelo o suelen consumirse crudas. Asimismo, permite el riego árboles frutales, cereales, viveros o cultivos industriales, entre otros. De acuerdo a estudios internacionales, se calcula que a nivel global unos 20 millones de hectáreas se abastecen de aguas residuales tratadas, equivalente al 7% de las tierras de regadío, es decir hay mucho camino por avanzar.

 

Cedió su terreno para construir un embalse

Yasin Muhumad, un agricultor de Etiopía, decidió ceder su terreno agrícola para construir un embalse que abasteciera a toda su comunidad. El proyecto, que fue llevado a cabo por la Organización Internacional del Trabajo y financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, solo trajo cosas extraordinarias.

En un primer momento, las personas se sorprendieron mucho porque este agricultor cedía su tierra para el proyecto, pero tras ver el fruto de esa generosa acción, comprendieron su importancia. Ahora tiene acceso fácil al agua para la granja, y proyecta comenzar a sembrar otros cultivos.

“Solíamos implorar agua a la ciudad, pero ahora que tenemos el embalse, no tendremos que mendigar agua nunca más”, explica.

Estos depósitos de retención de agua son utilizados como una medida de mitigación durante la estación de lluvias y, a la vez, proveer agua para el ganado y la agricultura durante la estación seca.

 

Protegiendo los ríos de la Amazonía

La Amazonía es la cuenca hidrográfica más grande del mundo, con más de 1.100 ríos y arroyos. Sin embargo, la deforestación y la minería ilegal han tenido un impacto significativo en los ecosistemas fluviales. Para abordar esta situación, organizaciones locales y comunidades indígenas se han unido para proteger los ríos y sus habitantes. A través de la educación ambiental y la vigilancia comunitaria, han logrado reducir la contaminación y preservar la biodiversidad.

La metodología de protección forestal comunitaria comenzó a ser implementada en algunas comunidades del norte de la selva amazónica peruana en 2016 por ORPIO y Rainforest Foundation US (RFUS). En 2018, un grupo de investigadores de las universidades de Nueva York y Johns Hopkins propusieron un proyecto colaborativo. La iniciativa fue desarrollada durante dos años con 76 comunidades del departamento de Loreto, al norte de Perú. A la mitad de ellas se les capacitó con teléfonos inteligentes, GPS y drones para realizar un seguimiento de las imágenes del satélite PeruSAT-1, disponibles en la plataforma pública Geobosques, y la otra mitad continuó vigilando sus tierras conforme a sus métodos tradicionales.

Los resultados muestran que las comunidades dotadas con estas nuevas tecnologías consiguieron disminuir la deforestación un 52% en 2018 y otro 20% en 2019, en comparación con la otra treintena de comunidades en las que no se implementó el monitoreo.

 

Mejorando el acceso al agua

Alice Confiance, de 59 años, vive en Baie Lazare, en el extremo sur de la isla principal de las Seychelles, un archipiélago ubicado en el océano Índico, al noreste de Madagascar. Durante toda su vida ha debido lidiar con el difícil acceso al agua y su escaza fiabilidad: Cuando llueve hay mucha, pero esta fluye al mar, siendo difícil cultivar cuesta arriba. El cambio climático ha incrementado fuertes precipitaciones ocasionando graves inundaciones durante la estación húmeda y prolongando períodos de sequía durante la estación seca.

Con una capacidad de almacenamiento de agua limitada y una topografía compleja que limita las infraestructuras, el suministro de agua depende en gran medida de las lluvias a corto plazo, y las comunidades que viven en las costas son además vulnerables a las inundaciones como consecuencia de la subida del nivel del mar.

En respuesta al problema se concibió un proyecto financiado por el Fondo de Adaptación, ejecutado por el Ministerio de Agricultura, Cambio Climático y Medio Ambiente de Seychelles con el apoyo del PNUD, que busca reducir la vulnerabilidad de las Seychelles al cambio climático, a través de la adaptación basada en ecosistemas: el proyecto trabaja para mantener y restaurar el funcionamiento natural de las cuencas hidrográficas y los procesos costeros.

En Bougainville, cerca de donde vive Alice, se encuentra el humedal más grande de la zona del proyecto y fue el lugar piloto para la rehabilitación comunitaria de los humedales y los bosques. Gracias a las obras de rehabilitación, pequeñas fuentes se han convertido en humedales con una enorme capacidad de almacenamiento de agua dulce, disponible durante todo el año.