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Hilma af Klint: la artista que se atrevió a mezclar ciencia, misticismo y arte

Un 26 de octubre de 1862 nació Hilma af Klint, una mujer que entregó su vida a explorar y retratar conceptos invisibles al ojo humano. Ella pensó que el mundo de su época no estaba preparado para lo que sus obras mostraban, por lo que las ocultó con la promesa de que podrían exponerse veinte años después de su muerte. Actualmente, Hilma sigue sin ser reconocida como una de las pioneras del arte abstracto en las academias de arte. Sus obras, al igual que su historia, fueron invisibles durante décadas. Por eso hoy, al igual que ella, queremos mostrar lo que no siempre fue visto.

Por Ana María Muñoz

 

26 de octubre de 2023.- ¿Se puede representar con el arte aquello que no podemos ver? Un día como hoy, pero hace más de un siglo, nació una artista que se propuso pintar los aspectos más abstractos de la vida, incluyendo el misticismo, la naturaleza y los fenómenos invisibles al ojo humano. Hilma af Klint fue una mujer sueca que se ha considerado pionera en el arte abstracto. Pintó 1.300 cuadros, llenó 124 libretas con apuntes y anotaciones y 26.000 páginas escritas a máquina. Sin embargo, todo esto no fue reconocido hasta la década de los ochenta. La primera exposición en la que sus obras fueron expuestas al público fue en 1982, varias décadas después de su muerte.

 

 

Aunque su trayectoria en el arte abstracto inició incluso antes que las de pintores de renombre como Mondrian, Kandinsky y Malévich, a Hilma af Klint le ha costado más posicionarse junto a ellos como precursora de esta corriente, pese a haber dedicado la mayor parte de su tiempo a esta labor. Esto, en parte, se debe a su deseo de no exponer su arte hasta después de veinte años de su muerte, por lo que todas sus obras estuvieron escondidas por décadas hasta que su sobrino y último heredero, Erif af Klint, decidió que ya era hora de sacarlas a la luz.

Por otro lado, Hilma af Klint se desarrolló como artista en una época en la que hasta los pintores más rupturistas seguían pensando que las mujeres debían dedicarse a las tareas del hogar y la crianza. Aún así, esto no le impidió volverse lo suficientemente exitosa como para ganarse la vida con sus pinturas naturalistas y realistas. Formó parte de la primera generación de mujeres que ingresó a estudiar en la Real Academia Sueca de las Artes de Estocolmo y rápidamente se destacó académicamente. Sin embargo, tras la muerte de su hermana de diez años, Hilma comenzó a buscar respuestas en espacios menos convencionales que los círculos de artistas junto a los que comúnmente pasaba el tiempo.

Sus  intereses personales coincidieron con las corrientes espiritistas que comenzaron a tomar fuerza durante el siglo XIX y principios del XX. La necesidad de conectarse con el más allá y lo desconocido fue un factor en común de Hilma y otros artistas destacados de la época. A su vez, descubrimientos científicos como el de la radiactividad abrían nuevas puertas a lo invisible. Hilma vivió en el mismo periodo de tiempo en que se generaron avances tecnológicos como los rayos X y las ondas electromagnéticas. Ella, al igual que sus contemporáneos, veía estos avances como una evidencia de que existen otras dimensiones, cosas más allá del ojo humano.

 

Influida por las corrientes espirituales de la época, particularmente el espiritismo, la teosofía y la antroposofía, comenzó a reunirse con un grupo de amigas para realizar numerosas sesiones espiritistas en las que practicaban la escritura y el dibujo automático. El resultado de esta rutina fueron los Cuadros para el Templo, un trabajo que realizó a pedido de uno de los “Altos Maestros”, con quienes se comunicaban durante las sesiones espiritistas. Su misión sería mostrar aquello que veía cuando se encontraba semi-consciente y decía transportarse a una dimensión distinta a la que vemos diariamente. Consta de 193 obras clasificadas, realizadas entre 1906 y 1915.

La ciencia de Hilma af Klint

Aunque su obra abstracta inició a la par que su interés por la teosología y la espiritualidad, desde pequeña se interesó por aquellos conocimientos sobre ideas que van más allá de lo visible. Siendo de familia adinerada, recibió una formación que le permitió llegar a exponer en sus obras conceptos similares a las ondas de radio, la radiactividad, la teoría cuántica o incluso la teoría de la relatividad y el átomo. De esta manera, Hilma af Klint exploró conceptos científicos en formas abstractas. Por ejemplo, usó los cubos para poner en evidencia nociones sobre la cuarta dimensión. Usó también los espirales para referirse a la evolución y a los átomos.

Sobre esto último realizó Atom (1917) una serie de obras en las que investigó las estructuras atómicas, un tema sobre el que se estaban realizando importantes descubrimientos en la época. Algunos de estos descubrimientos fueron el de 1897, cuando se afirmó que los átomos contienen electrones de carga negativa y también el de 1911, sobre los núcleos positivos de los átomos. Toda esta información llevó a artistas como af Klint a replantearse las mismas preguntas que la llevaron hacia los conocimientos espirituales, ¿existe algo más allá de lo que podemos ver? Si existe, ¿cómo es?

Las reflexiones que escribió en algunos de sus cuadernos sobre el tema entregan luces de cómo ella filtró todos estos conceptos científicos a través de sus creencias y prácticas para transformarlos en una nueva forma de arte. Uno de los movimientos religiosos que af Klint seguía planteaba la posibilidad de que los seres humanos viéramos átomos a través de la clarividencia, es decir, la percepción extrasensorial. Aunque muchos de sus conocimientos estaban fuertemente ligados a sus creencias y a sus visiones subjetivas, las imágenes y declaraciones de los científicos de aquellos años significaron una inspiración constante en su trabajo.

Desde sus comienzos como pintora la naturaleza estuvo siempre presente en su obra. Sin embargo, su arte abstracto integró su práctica de realizar dibujos de plantas, flores y animales de gran naturalismo pero con un giro importante: estos dibujos se muestran acompañados por una traducción simbólica a otros espectros de la realidad. Un ejemplo de esto es su serie de obras Cisne (1914), en las que los protagonistas son dos dibujos de cisnes, uno blanco y uno negro. En estas representaciones la artista buscó mostrar una dualidad, un concepto espiritual que aparece en muchas de sus obras. Sin embargo, en algunos de los ejemplos de esta serie, las figuras de los cisnes se muestran como formas geométricas de distintos grados de complejidad.

 

¿Qué es un ser humano?

En 1910 Hilma af Klint pintó un lienzo en el que la figura central es una columna de doble hélice. Décadas más tarde, la científica Rosalind Franklin y, por otro lado, los científicos Francis Crick y James Watson, descubrieron que la estructura del ADN tiene la forma de una cadena idéntica a la que Hilma retrató. Aunque algunos museólogos afirman que esto fue una coincidencia que surgió gracias a la representación de af Klint de una columna vertebral, otros proponen que la artista ya esbozaba una idea de lo que compone genéticamente a los seres humanos. Otro detalle que se ha analizado de esta obra es la parte inferior, que se asimila a la teoría del color de Isaac Newton: una luz, que ha atravesado el prisma, se ha convertido en un arco iris donde la gama cromática pasa de los tonos fríos a cálidos y viceversa.