portada-nota-16 La otra Violeta Parra: <br />Artista multimedial keyboard_arrow_left Volver
La otra Violeta Parra:
Artista multimedial

Artesana del idioma, tejedora de canciones, compositora de pinturas. Violeta Parra es una artista multimedial, que usó durante su vida distintos medios de expresión y soportes para expresarse, lo que la convierten en mucho más que una cantautora. En días previos a fiestas patrias es necesario reivindicar todas las dimensiones de esta gran creadora nacional.

 

– ¿De qué manera compone su música, puesto que no sabe “escribirla” sobre un papel?
– A veces, mientras realizo una tapicería, una melodía me viene a la cabeza, entonces me detengo, tomo la guitarra, y me sale con una facilidad… ¡como si estuviera preparando una sopa!

La respuesta es de Violeta Parra y refleja que en su proceso creativo están presentes la mixturas entre dos formatos artísticos: la plástica y la música. Su figura nos parece tan familiar que creemos saberlo todo sobre ella, sin embargo, la potencia de su obra adquiere una profundidad y vastedad que frecuentemente es objeto de investigación y nuevos descubrimientos.

Es una creadora que hoy en día es difícil de catalogar, porque es en efecto una de las primeras artistas multimediales de nuestro país, no solo porque se atrevió a cruzar hacia distintos medios de expresión, sino que también hacia los soportes tecnológicos de su época, ya que por medio de una grabadora lograba componer sus canciones y registrar su mundo. De hecho, recopiló huellas sonoras vocales, instrumentales, conversaciones, entrevistas, poemas, leyendas y canciones, entre otros materiales, que fue encontrando en la memoria de cantoras y cantores con quienes convivía y compartía.

La académica y pianista Olivia Concha Molinari, comenta en un artículo en la Revista Musical Chilena, que Parra componía directamente con la guitarra y una grabadora, fijando las ideas, motivos, partes y composiciones, puesto que no conoció la lecto escritura musical europea. Este recurso tecnológico además permitió perpetuar los materiales que de otra manera se habrían perdido.

 

Primera grabadora de Violeta Parra

“Las cintas magnéticas a las que se han tenido acceso, además de revelar las obras inéditas, contienen materiales orgánico-musicales, motivos, frases y hasta periodos, que además de ensayos y estudios, todo lo cual es muy valioso para el musicólogo e investigador de su vida y obra”, afirma Olivia Concha.

Violeta Parra cruzó las fronteras de la era tecnológica al utilizar la grabadora para componer; improvisaba, creaba, repetía, corregía fragmentos e ideas musicales en este soporte tecnológico. La grabadora era su bitácora y su libreta de anotaciones.

Puentes artísticos

Uno de los aspectos menos conocidos de la artista chilena es su camino en el cruce de distintas expresiones artísticas: la música, la pintura en distintas técnicas, cerámica, escultura o bordado. Hoy en día, mirando en retrospectiva, comprendemos que era una artista integral e interdisciplinaria, que incursionó en el traspaso de un formato a otro, de maneras alucinantes.

“La cueca es un hermoso tejido de gente que se para, que se incorpora al baile, otros que se sientan”, relata Violeta en el disco La Cueca, de 1959. Esta descripción, donde quienes bailan parecen seguir el patrón de un tejido, revela la forma en que los diferentes artes se conectan y convergen en la tradición popular en que ella está inserta.

La faceta de Violeta como artista visual es la menos conocida; pero su legado en este campo incluye pinturas y arpilleras, algunas obras en papel maché, así como esculturas en alambre y máscaras. Esta parte de su obra, que se caracteriza por su originalidad, espontaneidad y fuerza expresiva, empezó de manera sistemática muy tardíamente, a sus 40 años, cuando ya era conocida como cantautora y por una razón azarosa: una hepatitis, enfermedad que la mantuvo en cama por meses, momento que le dio tempo para incursionar en otros formatos.

Su nieta, Tita, recuerda ese momento en el documento “Violeta Parra, 100 años”: “Sólo quería bordar, tocar, escribir, ensayar, componer, hacer muchas cosas. Era muy lindo cuando nos llamaba para mostrarnos el trabajo, impresionante los paisajes coloridos y mares bordados, las manos vertiginosas; estaba inventando y se alucinaba con cada detalle que resultaba, parecía que ella misma estaba descubriendo todo”.

Violeta Parra y su nieta Tita en Ginebra, haciendo papel maché sobre madera (1965).

Un tapiz es una canción pintada

Lorna Dillon, académica inglesa, hizo una investigación sobre la plástica de Violeta, donde desarrolla una tesis sobre su arte activista y sociopolítico en las arpilleras, bordados y collage. Considera su arte visual como narrativa,  recurre a elementos visuales para deletrear verbalmente una imagen, o sea, del lenguaje a la visualidad y viceversa. También toma elementos de un arte y los inserta en otro de forma natural: teje su relato en sus arpilleras, crea sus canciones a partir de ellas. Un tapiz es una canción pintada.

Violeta comenzó a exponer su trabajo plástico en el Parque Forestal, en eventos donde también cantaba y tocaba la guitarra. Esta misma interdisciplinariedad fue la que la llevaría a Europa, donde llamó la atención por estar a la vanguardia del movimiento mundial en que se empezaban a experimentar distintas modalidades de intertextualidad entre disciplinas.

La muestra de Violeta Parra en el Museo del Louvre, inaugurada un 11 de abril de 1964, donde expone 22 arpilleras, 26 óleos y 13 esculturas de alambre, la convirtieron en la primera hispanoamericana en exponer en dicho museo, lo que fue una sorpresa para el mundo del arte chileno. En el ambiente artístico del país, su trabajo en las artes visuales no había obtenido (y en lamentablemente no obtuvo durante su vida) mayor reconocimiento.

 

 

Sin embargo, fuera del país causó gran revuelo y llamó poderosamente la atención. En el documental “Viola Chilensis”, dirigido por Luis Vera, se recoge el testimonio de Madeleine Brumagne, periodista y crítica de arte, que entrevistó a Parra en Suiza en 1965. Aquí relata que la artista le pregunta a su interlocutora si de verdad cree que son buenas sus obras y esta responde afirmativamente. Ante ello, Parra le dice: “Entonces haré algo para ti. Voy a cantar todas mis arpilleras”. Tomó su guitarra e interpretó una canción frente a cada tapiz, frente a lo cual la periodista no pudo evitar llorar. “Era de una belleza total”, dijo Brumagne recordando ese episodio. Esta anécdota no hace más que reafirmar que Violeta era en efecto una artista integral: cada arpillera es a la vez una canción.

Alejandro Escobar, doctor en Música de la Universidad Sussex en Reino Unido, que hizo su tesis sobre la conexión entre la música, la poesía y el arte visual de Violeta Parra, afirma que ella representa un paradigma interdisciplinario original en el arte occidental del siglo XX, porque se sitúa críticamente en principios históricos fundamentales que transfieren elementos de un arte a otro, ubicándola con paradigmas como Vasili Kandinski y William Blake, desde la pintura el primero y la literatura el segundo, que dialogaron con otros formatos.

“Parra representa un arte moderno basado en la cultura oral y popular no oficial, proponiendo desde allí su propio paradigma interdisciplinario que tensiona y cuestiona al arte escrito oficial”, explicó el investigador.


 Violeta Parra, "El circo" (1961). Tela artificial y bordados en lanigrafía. Fundación Violeta Parra.

 

Otro episodio de su vida donde se constata su viaje multimedial ocurrió en su paso por Argentina, un 27 de abril de 1962, cuando el Teatro IFT abrió sus puertas para tres conciertos donde exhibiría algunas pinturas y arpilleras, la proyección del documental “Mimbre” de Sergio Bravo, que ella musicalizó; la exhibición de diapositivas a color para mostrar sus obras visuales; la lectura de “Defensa de Violeta Parra”; el poema que le dedicó su hermano Nicanor; y “anticuecas” sonando de fondo.

Ya de vuelta en Chile, Violeta también crea un proyecto interdisciplinario: “La Carpa de La Reina”. Un centro artístico popular donde pretende difundir, enseñar y trabajar en base a las diferentes expresiones folklóricas chilenas; junto con ser un escenario para la audición del folklore, en tiene un espacio para dar clases a los músicos y agrupaciones, pero además para realizar trabajos plásticos y exponerlos.

También tomó parte en producciones cinematográficas componiendo música, como la tonada que hizo para musicalizar la restauración de “El húsar de la muerte”, de Pedro Sienna; entre otras.

Violeta Parra es artesana del idioma, tejedora de canciones, compositora de pinturas. Pero, aun así, es mucho más que ese revoltijo. En la entrevista con Madeleine Brumagne, lo deja claro:

Madeleine: Usted es poetisa, músico, hace arpilleras, pinta… ¿Si yo le doy a elegir uno solo de estos medios de expresión, cual elegiría usted?
Violeta: Yo elegiría quedarme con la gente.
Madeleine: ¿Y renunciarías a todo esto…?
Violeta: Es la gente la que me motiva a hacer todas esas cosas.