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MIM inaugura con Centro NAVE su programa de residencias de artistas

Durante esta semana el artista de la danza contemporánea, Rodrigo Chiaverini, y el artista radicado en Atacama, Rodrigo Sobarzo, estarán investigando y experimentando en el Museo Interactivo Mirador (MIM) distintas formas de complementar y seguir desarrollando su proyecto “Latidos Por Minuto” (LPM). Esto, tras la firma de un convenio marco de cooperación entre Centro NAVE y el museo, para desarrollar diferentes actividades e iniciativas en conjunto.

Esta es la primera acción que nace del convenio entre ambas instituciones, que tiene como objetivo unir esfuerzos y capacidades con el fin de llevar adelante proyectos orientados a la difusión, valorización y preservación del patrimonio artístico, así como al fomento y difusión de las manifestaciones del arte y la cultura.

El programa de pasantías que inició el museo busca que artistas de diversas disciplinas puedan experimentar, investigar y conocer nuevas tecnologías que apoyen sus iniciativas artísticas.

LPM es un proyecto que comienza desde Centro NAVE para generar trabajos creativos entre duplas de artistas, momento en Chaverini y Sobarzo se encuentran y descubren convergencia en el interés por abordar los procesos del ritmo y bio-ritmo, y la relación entre la música techno y el ritmo de los latidos cardiacos.

Los artistas profundizarán en el MIM en torno a aspectos físicos, dancísticos y musicales, para básicamente consolidar la relación-conexión entre ellos dos y también para generar con el recientemente creado Laboratorio de Medios Interactivos del museo, un espacio para probar las posibilidades que ofrece la tecnología actual, para indagar en herramientas actuales que permitan sensar los procesos físicos-corporales.

«LPM es un proyecto en desarrollo de Chaverini y Sobarzo que explora el trabajo con sensores para captación de frecuencias corporales. MIM apareció como un espacio idóneo para trabajar con su equipo desde la interactividad del cuerpo y la digitalidad. De este modo comenzaremos a ver que opciones emergen para continuar abriendo posibilidades para el futuro de los lenguajes creativos en torno al cuerpo. Queremos proyectar NAVE como una plataforma desde donde se puedan ir abriendo nuevos espacios de exploración, probando lenguajes creativos que se ven amplificados por estas posibilidades de intercambio y aprendizaje mutuo», comentó Jennifer McColl, directora artística y ejecutiva de NAVE.

Durante su pasantía, que comienza el lunes 21 de noviembre, la intensión es profundizar en el bombeo de fluidos, inspirados en el funcionamiento del corazón; experimentar nuevas tecnologías que les permitan visualizar los cambios de temperatura a los que se somete el cuerpo durante la danza, que eventualmente puedan traducirse a colores o incluso números; u obtener un “dibujo” del movimiento durante el baile utilizando por ejemplo la tecnología de los GPS.

En este caso, Chaverini y Sobarzo trabajarán durante estos días con Mirko Petrovich, encargado del recientemente creado Laboratorio de Medios Interactivos del museo.

“Lo que haremos será sumergirnos en un proceso de experimentación e investigación, para que desde el museo podamos ofrecerles por ejemplo nuevas tecnologías que complementen su trabajo con la danza, y en específico que sirvan para llevar el ritmo de los latidos cardiacos hacia la expresión artística. Es un trabajo muy interesante porque implica de cierta manera tomar los procesos físicos-corporales y llevarlos al terreno del arte”, detalla Mirko Petrovich.

 

Latidos por Minuto

Chaverini y Sobarzo comenzaron con el proyecto LPM en un trabajo de investigación en Centro NAVE, avocándose al estudio del ritmo desde la integración de la música techno como un elemento sonoro que establece métricas estables y repetitivas, netamente abstractas o numéricas, que organizan el movimiento corporal. En una segunda instancia estudiaron de manera teórica el corazón, como órgano que genera un bioritmo variable de acuerdo a la edad de una persona y su acción física.

De esta manera la danza, y en particular la música techno, influye en los cambios del bioritmo del corazón, órgano encargado de bombear constantemente la sangre desde sus vórtices y espirales, generando métricas variables y posibilitando la organización y vida del danzante, cuyo cuerpo en aceleración térmica permite la activación de la memoria celular con su pulsión.

El proyecto hace eco de las palabras de Laurel Halo (The Wire, 2013): “El techno es una fuerza meditativa que opera procesando la oscuridad, removiendo físicamente problemas personales. En su reemplazo expande la mente hacia un espacio libre de amenaza, que trasciende y que se encuentra sexualmente cargado, catalizando lo oprimido en algo esperanzador, en una fuerza energizante y activadora”.

El proyecto artístico también nace desde descubrimientos científicos sobre del corazón y sus implicaciones, que llevan a afirmar que este órgano tiene su propio “cerebro”, ya que se constató que contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.

“Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza”, comentó Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia.