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October Big Day:
¿Cómo nos inspiran las aves?

En el marco de la Jornada Mundial de Observación de las Aves, este 14 de octubre, te invitamos a conocer estas historias en las que la música, la literatura y las aves se unen para cambiar la vida humana.

Por Ana María Muñoz

La naturaleza siempre ha sido una fuente de inspiración para la humanidad. Desde el arte, pasando por la moda hasta la música, no hay forma de expresión humana en la que ella no tenga un lugar especial y reservado.

Este vínculo llega a ser tan potente en algunos artistas que nos ilustran que entre la naturaleza y el arte existen más conexiones que diferencias. Ejemplo de esto es el compositor austriaco Wolfgang Amadeus Mozart. Cuenta la historia que el 27 de mayo de 1784, el músico caminaba por una calle de Viena cuando escuchó un sonido idéntico a una melodía que estaba componiendo.

 

 

Pudo reconocer que el sonido provenía de un estornino en una tienda de mascotas y se parecía al tema de su Concierto para piano n.º 17 en sol mayor. Aquella era una melodía que solo él y su padre conocían, por lo que quedó perplejo ante lo que estaba escuchando. Inmediatamente la inspiración lo invadió y no dudó un segundo en comprar y llevarse a casa al pequeño pajarito que bautizó como Starling.

El estornino acompañó a Mozart durante tres años y convivieron juntos a diario. No sólo fue su mascota y distracción, sino que también influyó en su obra y se convirtió en su amigo y musa.

El músico enseñó a Starling a “cantar” algunas de sus canciones, las que le mostraba silbando. Su sueño era que su orquesta lograra sonar como un coro de pájaros, llegando hasta el punto de considerar integrar a su amigo alado en la orquesta. Lamentablemente este no fue el caso, pues el ave entonó una nota equivocada al cantar el comienzo del Allegretto de su Concierto número 14, error que le hizo perder su oportunidad.

Cuando falleció el estornino, Mozart se aseguró de brindarle el funeral más honorable que pudo, asegurándose de que cada asistente llegara vestido de luto y enterrándolo en la parte de atrás de su casa. En ese momento, le dedicó un poema en el que el humor sarcástico y la nostalgia, dos características sobre las que se ha dicho mucho del compositor, no faltaron.

Quizás otra de las ironías de la vida de Mozart fue que ni siquiera él pudo recibir un funeral igual de majestuoso cuatro años después. Al morir pobre, fue enterrado en una fosa común.

Aunque Mozart pudo redimir su prestigio tras siglos después de su fallecimiento, los estorninos han llegado a ser una clase de ave que se considera una plaga en América del Norte.

Esta historia y también el estado actual del odio hacia los estorninos en Estados Unidos fueron los temas de investigación que Lyanda Lynn Haupt profundizó cuando escribió El estornino de Mozart. Aunque es ornitóloga por profesión, debió indagar entre documentos, cartas y testimonios de quienes visitaron a Mozart mientras vivió para comprobar qué tan cierta fue la historia del estornino. No sólo concluyó en que es un relato verídico, sino que llegó a preguntarse qué tan fuerte podía llegar a ser un vínculo entre un ave y un humano, cómo podían estos seres vivos influir tanto en la vida y obra de un artista y cómo podían ser el objeto de tantas muestras de cariño, incluyendo poemas, canciones y diversas formas de arte.

 

Estas reflexiones la llevaron a adoptar ella misma un estornino, una hembra a la que nombró Carmen (que significa canto). Aunque conseguirla no fue cosa fácil, debido a la prohibición de cuidar a esta clase de pájaros en Estados Unidos, al vivir con ella comprendió el amor que Mozart sintió por su mascota.

“Los estorninos como individuos son pájaros fascinantes, juguetones e inteligentes, cantores e imitadores dotados. Y hermosos también. A menudo los pasamos por alto porque son muy comunes, pero el plumaje de los estorninos es brillante e iridiscente”, contó Lyanda Lynn Haupt en una entrevista para el medio El Independiente. Sin embargo, no dejan de parecerle un problema para el país en que vive puesto que anidan en grupos en las cavidades de los árboles o cualquier edificio en el que encuentren espacio, invadiendo el hábitat de otros animales y causando todo tipo de molestias.

Curiosamente, esta especie fue introducida en Norteamérica a causa de otro gran artista. Todo ocurrió en la segunda mitad del siglo XIX cuando Eugene Schieffelin, ornitólogo y miembro de la Sociedad de Aclimatación Neoyorquina, tuvo la idea de integrar en la ciudad todas las especies de pájaros que aparecen en las obras de William Shakespeare. De todas ellas, solo los estorninos se quedaron y nunca más se han ido. La historia de cómo dos de sus intereses más grandes, las aves y Shakespeare, se convirtieron en un error irreversible se relata en el libro El loco de los pájaros, escrito por Care Santos y publicado hace tan solo unos meses atrás.

 

Música que no es sólo música

Mozart vivió hace siglos atrás y no ha sido el único ser humano que ha encontrado en el canto de las aves una fuente de inspiración.

Esta pasión por las aves y la música fue lo mismo que llevó a Laura Pacheco Nieto a componer Canto silencioso, una obra para orquesta sinfónica basada en los cantos de los pájaros y las interacciones que tienen cuando vuelan en bandadas.

Esta pieza musical, que ganó el Premio Filarmónico de Composición de Mujeres para Mujeres 2022, otorgado por la Orquesta Filarmónica de Bogotá, estuvo inspirada por Olivier Messiaen, un músico y ornitólogo francés que mezcló ambos mundos en su obra y es considerado uno de los mejores compositores del siglo XX.

Desde los seis años se ha dedicado a la música y ha hecho montones de cursos, espectáculos, un pregrado en música con énfasis en composición en la Pontificia Universidad Javeriana y un Diplomado de Composición de Música para Cine realizado en la Pontificia Universidad Javeriana. Esta vocación por la música se originó cuando era una niña, al mismo tiempo que su fascinación por las aves, a las que escuchaba cantar cuando iba a la finca de su abuela.

Con esta creación, Laura Pacheco Nieto busca llamar la atención sobre la acción humana y el acelerado cambio climático que cada vez dejan menos y peor espacio a las aves. Su intención es mostrar que la riqueza de sus paisajes sonoros se está extinguiendo, al igual que la biodiversidad en los distintos ecosistemas donde habitan. De esta manera, Canto en silencio nos expresa cómo se silencia de a poco el canto de las aves, volviéndose en algo más que una obra de arte musical: es una señal de alerta.

 

Más allá de lo que escuchamos

Aunque nos resulte inspiradora y artística, la verdad es que los sonidos que las aves emiten tienen una función más concreta de lo que parece.

Al igual que muchas especies de animales, las aves utilizan un lenguaje con códigos muy específicos para comunicar toda clase de mensajes. Aunque no todas ellas pueden hacerlo. De las 10.000 especies de aves conocidas, se calcula que sólo 4.000 son capaces de cantar. Además, se estima que un ave cantora lo hace 1.000 a 2.500 veces por día.

Los ornitólogos han estudiado e intentado clasificar cada uno de estos sonidos entre dos grupos. En primer lugar, los llamados, sonidos cortos y simples que emiten principalmente como señal de alarma, angustia, para establecer contacto con otros individuos y para mantenerse unidos durante sus largos recorridos en la migración. En segundo lugar, los cantos, que corresponden a vocalizaciones más complejas y se desarrollan para defender un territorio y atraer a la pareja durante la época reproductiva.

Aunque no tienen laringe como los humanos, poseen un órgano llamado siringe, que les permite emitir gritos y sonidos melódicos. Se ubica en la parte inferior de la tráquea y cuento con dos finas membranas conectadas que les posibilita emitir dos tipos de sonido al mismo tiempo. Así pueden cantar, incluso, con un sonido más fuerte que la bocina de un auto, lo que les permite comunicarse a largas distancias.

Además de la capacidad de cantar, compartimos con las aves ciertos comportamientos relacionados al aprendizaje vocal, social, la imitación y la prueba y error. Es por eso que el estudio de estos procesos en aves y humanos podrían beneficiarse mutuamente.

La relación entre aves y humanos ha traspasado la ciencia, la biología, la bioacústica y hasta el arte y forma parte de algo más grande: la conexión entre las personas y la naturaleza, que tiene tensiones, acuerdos y un sinfín de historias por conocer.