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Primera generación de mediadores culminó un histórico primer proceso

Santiago, 29 de agosto de 2023.- Ayer ocurrió un hito muy importante en este nuevo ciclo del MIM, edificio que es parte de Centro Interactivo de los Conocimientos: se graduó la primera generación de mediadores y mediadoras de la Escuela de Mediación, tras un año en este nuevo rol creado en septiembre de 2022.

La ceremonia contó con la presencia de parte del equipo de Educación del museo (que tiene como una de sus misiones desarrollar esta Escuela); Tomás Peters, presidente del directorio del GAM; Enrique Rivera, director ejecutivo del Centro Interactivo de los Conocimientos; trabajadores y trabajadoras del museo; y los diez profesionales que conformaron este innovador proceso: Tatiana Busmante, Loida Palma, Camila Marín, Javiera Romero, Sebastian Vargas, Valentina Davidson, Jorge Prati, Karina Diez, Cristian Espinoza y Katherine Morales.

“Es muy importante relevar que estas jóvenes fueron las pioneras y pioneros de un proceso de mediación que, si bien comenzó en los inicios del MIM, hoy se reformula. Y fueron los primeros que ejercitaron esta forma de relacionarse con la institución, con las comunidades y con quienes nos visitan, guiándolas y ayudándolas a adaptarse e integrar mejor el recorrido por el museo. Esperamos que la experiencia que adquirieron en este lugar las y los acompañe a otros espacios, que puedan llevarla y que ojalá algún día retornen con la experiencia que acumularon en otros lugares”, comentó Enrique Rivera, director ejecutivo del Centro Interactivo de los Conocimientos.

Hace justo un año el MIM inició un nuevo modelo de relación con las y los visitantes a través de la Escuela de Mediación, que tiene por objetivo formar a profesionales recién egresados, durante un año, en el oficio de mediador o mediadora; algo que no se estudia en la universidad o en un instituto y donde el museo tiene mucho que aportar en la construcción de ese rol y conocimiento; y cuya importancia es necesario relevar.

“La mediación no va a poder hacer un cambio cultural o radical. Pero acá está la imagen de la homeopatía, que es ingerir una pequeña cantidad de “veneno”, con la idea de que en esa dosis tan pequeña comience a producir un cambio de respuesta en el sistema inmune frente a las enfermedades. Yo creo que la mediación es un poco eso, es un pequeño gesto, una pequeña intervención, un pequeño momento, donde pueden introducir a los visitantes elementos para poder generar un cambio en su forma de sentir, percibir o imaginar el mundo”, comenta Tomás Peters, presidente del directorio del GAM y experto en esta temática.

En este primer proceso el MIM reclutó a jóvenes profesionales recién egresados de distintas carreras relativas a las artes, la educación o las ciencias, para desarrollar, aprender y entregar conocimientos acerca de en estrategias de mediación entre el público y los módulos interactivos; generando conexiones y relatos entre los contenidos del museo y la comunidad.

Uno de los grandes logros de este primer grupo de profesionales fue motivar y enriquecer la experiencia de los públicos que visitan el MIM, por medio de diversas herramientas. Una de ellas, y quizás la más clave, es la de generar espacios de diálogo, que permitan el intercambio y construcción compartida de conocimientos.

“La idea decimonónica del erudito ya no sirve. Todos los seres humanos aun siendo muy pequeños, tenemos ideas de lo bello, de lo lúdico, etcétera, entonces no estamos enseñando; la idea es que un buen mediador haga que la persona que visita el museo descubra esos elementos en sí mismo, con sus propias herramientas. El mediador suma, pero no enseña; suma conocimiento y recibe también de lo que el visitante le pueda entregar”, cuenta Paula Carvajal, Jefa de Mediación y Formación de la Dirección de Educación.

El mediador o mediadora no es solo quien explica un módulo, sino que también es el que motiva a interactuar, a que dar una opinión o a construir una nueva experiencia y conocimiento. La conversación, actividad humana por naturaleza, permite invitar a la imaginación y a incentivar la curiosidad mediante preguntas, sin necesidad de poseer experiencias previas o conocimientos, siendo una estrategia democratizante y respetuosa con las diversidades.

“Tienen el rol de entablar un diálogo, un estar presente, para que se generen estos espacios de sentirse invitados a interactuar y a establecer relaciones entre la ciencia y el arte; por tanto, no es solo quien explica un módulo, sino que también es el que te motiva a que interactúes, a que des tu opinión y que construyas una nueva experiencia y conocimiento”, comenta Valeria Vera, directora de Educación del MIM.

«Fue un aprendizaje tremendo, una experiencia de altos y bajos, tal cual como una montaña rusa, pero con lo que más me voy en el corazón es con las amistades, el aprendizaje y haberme dado cuenta de lo importante que es comunicar la ciencia y compartirla de una manera divertida y amigable, lo que fue demadiado genial para mi”, indicó Camila Marín, mediadora.

El mediador además representa la presencia humana cálida y cercana, que orienta, que despeja dudas, invita a descubrir, a experimentar y a generar relaciones y comprensiones de fenómenos científicos, ideas, conceptos artísticos o relaciones en arte y ciencia. Pero que también entrega la posibilidad al visitante hacerse parte de los temas críticos para la sociedad, partiendo de la premisa de que todas las opiniones cuentan.

“Durante este año pudimos llevar cabo un sueño que sabíamos que iba a ser complejo, pero tuvimos muy buenos estudiantes y trabajadores en este año. Diez personas que, con sus propias características e individualidades, pudimos ayudarnos a cocrear el discurso de un museo entretenido, que apela al placer, al juego, que es riguroso en conceptos científicos o artísticos”, comenta Paula Carvajal

 

El MIM como escuela

La Escuela de Mediación cuenta con un grupo de jóvenes recién egresados de distintas especialidades, para luego dar paso a un siguiente grupo humano. Durante este período de tiempo aprendieron sobre mediación desde la práctica y a través de proyectos, sobre aspectos fundamentales de cómo mediar con distintos tipos de público.

Dentro de su formación, tuvieron varios cursos, desde técnicas de manejo de voz, expresión corporal, temáticas vinculadas con la naturaleza, a las ciencias y las artes; para que desde ese horizonte curatorial pudieran desarrollar sus proyectos de trabajo en mediación.

Si bien existen otras iniciativas de formación de mediadores en otros espacios culturales, lo que diferencia a la Escuela de Mediación del MIM es que están viviendo la experiencia de mediación constantemente, que surge desde la práctica, resultando muy completa y rigurosa, ya que están constantemente lidiando con distintas situaciones y en interacción con los distintos públicos, que tienen características tremendamente diversas.

“Se van generando distintas instancias de mediación y esa diversidad y riqueza de estos escenarios diversos es lo que otorga a nuestra escuela de mediación un carácter muy especial, teniendo como resultado que desde el propio trabajo de mediador se genera un proceso de aprendizaje”, concluye Valeria Vera.

Por estos días se puso en marcha el segundo proceso del ciclo de la Escuela de Mediación, con un grupo de jóvenes que está ingresando al MIM para seguir desarrollando este oficio y expandiendo el conocimiento en torno a este verdadero puente de comunicante y emocional entre el museo y el público.