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100 años de György Ligeti, el artista que sonorizó el Universo

Esta semana es el natalicio número 100 de György Ligeti (1923 – 2006), compositor ampliamente reconocido como uno de los más influyentes del siglo XX, no solo por su trabajo en los círculos musicales clásicos, sino también por su alcance popular gracias a que el director de cine Stanley Kubrick usó algunas de sus obras como parte de la banda sonora de varias de sus películas, destacando una obra maestra del cine de ciencia ficción “2001: Una odisea en el espacio”.

En 1968, sus obras Réquiem, Lux aeterna y Atmosphères fueron empleadas —sin su autorización— como parte de la banda sonora de esta película futurista y como dato curioso, Ligeti entonces entabló una demanda legal, exigiendo daños por el monto de $1, estableciendo que el asunto en juego no era el dinero, sino el no haber solicitado adecuadamente el permiso. Sin embargo, con el éxito extraordinario que obtuvo la película, la música y el nombre de Ligeti se hicieron también muy famosos en el mundo entero.

Y no solo eso, hoy al escuchar los primeros compases de esas piezas nos teletransportamos inmediatamente al Universo, al infinito, a la línea que divide la paz del caos; y no son tantos los creadores que nos pueden llevar en ese viaje interestelar sin movernos del sillón de nuestras casas.

 

Filmación de “2001: Una odisea en el espacio”

György Ligeti nació en 1923 en Rumanía, pero pasó gran parte de su vida en Hungría. Su carrera musical comenzó en la década de 1950, y rápidamente se destacó como un compositor innovador y audaz. Ligeti fusionó diferentes corrientes musicales en su estilo único, abarcando una amplia gama de géneros, desde piezas corales hasta música de cámara y obras orquestales.

La obra de Ligeti destaca por su estilo único y vanguardista, explorando nuevas fronteras musicales. Sin embargo, más allá de su innovación musical, también estableció un vínculo notable entre el arte y la ciencia en su creación, más allá de su presencia musical en “2001: Una odisea en el espacio”. En su caso esta conexión es especialmente evidente en su música, y no es casualidad, ya que desde temprana edad se sintió atraído por las teorías científicas y buscó incorporar elementos científicos en su proceso creativo.

Ligeti quería estudiar matemáticas y física en la universidad de Cluj, pero el acceso a los estudios universitarios había sido negado a los judíos, por lo que se inscribió entonces en unos cursos de matemáticas y física que se impartían en una especie de universidad improvisada. Pero entre 1941 y 1942, descubrió la música de Bartók, lo que le empujó a abandonar sus estudios en matemáticas y a decidirse definitivamente por la carrera musical.

Sin embargo, este impulso lo llevó a explorar la intersección entre el arte y la ciencia mediante el uso de estructuras matemáticas y conceptos científicos en sus composiciones, así como en las posibilidades que brinda la experimentación: en lugar de seguir las convenciones musicales tradicionales, probó con patrones rítmicos complejos y estructuras polifónicas no convencionales. Esto se evidencia en obras como «Atmosphères» y «Lux Aeterna», donde Ligeti crea texturas sonoras densas y evoca una sensación de atemporalidad, razón por la cual probablemente Kubric uso estas piezas en “2001: Una odisea en el espacio”. De hecho, si se visualizaran esas mismas escenas con cualquier otra música o con el silencio ensordesedor del Universo, de seguro no tendrían el mismo impacto envolvente que provoca el filme.

La relación entre la música y las matemáticas es innegable. Desde la antigüedad, los matemáticos y los músicos han descubierto patrones y proporciones que se repiten tanto en la naturaleza como en la música. Ligeti fue un ferviente defensor de esta sinergia, y en su obra, encontramos numerosos ejemplos de cómo utilizó las matemáticas en su proceso compositivo.

“Siempre trabajo de forma empírica, no matemática o científica, más bien a la manera de un artesano, pero según concepciones inconscientemente cercanas a la geometría. Sería en 1984 cuando me di cuenta de la semejanza, ligada al aire de la época, existente entre las investigaciones matemáticas emprendidas desde los años sesenta y mi propia tarea compositiva”, cuenta Ligeti en su discurso tras obtener el Premio Balzan, en enero de 1993.

Una de las características distintivas de la música de Ligeti es el uso de estructuras matemáticas para crear patrones rítmicos y armónicos complejos. Por ejemplo, en su pieza «Continuum», el compositor emplea fractales y secuencias numéricas para generar una progresión musical única. Estos elementos matemáticos aportan una sensación de orden y coherencia a su música, al tiempo que desafían las expectativas tradicionales del oyente.

Además de las matemáticas, la ciencia y la tecnología también influyeron en la concepción estética de Ligeti. Durante la segunda mitad del siglo XX, se produjeron avances científicos y tecnológicos significativos que impactaron profundamente en las artes. Ligeti, como muchos otros compositores de la época, se vio influenciado por estos cambios y buscó incorporar nuevos sonidos y técnicas en su música.

En obras como «Aventures» y «Lontano», Ligeti utiliza sonidos electrónicos y efectos generados por computadora para crear ambientes sonoros surrealistas. Además, experimentó con técnicas aleatorias, permitiendo que ciertos aspectos de sus composiciones fueran indeterminados o impredecibles. Estas innovaciones técnicas reflejan la fascinación de Ligeti por el potencial creativo de la ciencia y la tecnología.

Por los años 90 Ligeti tenía clara la influencia de la tecnología en la creación musical e incluso manifestaba la esperanza de que una verdadera música por ordenador resultara posible. «La renovación artística por medio de la inteligencia artificial no pertenece al futuro sino a la realidad actual, si bien en este terreno las realizaciones artísticas me parecen todavía algo irrelevantes. Pero esto cambiará, al tratarse también de una cuestión de pedagogía […]. Desde el momento en que entren en escena figuras artísticas de envergadura y con los conocimientos técnicos adecuados surgirá un arte cibernético de auténtico valor. ¿Tendrá algo que ver la creación realizada según las normas compositivas actuales con la futura música de ordenador o cibernética? La respuesta pertenece en este momento al orden de la conjetura», advertía Ligeti. Una pregunta que tiene 30 años y que hoy cobra más relevancia que nunca.

La conexión entre el arte y la ciencia en la obra de Ligeti es un testimonio del poder de la interdisciplinariedad y la creatividad humana. Su música nos invita a reflexionar sobre la profunda relación entre estas dos áreas de conocimiento y cómo pueden inspirarse mutuamente.

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